Etiquetas

sábado, 11 de abril de 2020

Matar a Goliat



Todo hombre, toda población tienen que luchar contra su Goliat. Este personaje terrible es una metáfora. Siempre estamos expuestos a peligros, inquietudes o servidumbres. El arte nos pone frente a nuestros miedos, expone aquello que nos atemoriza. El arte nos muestra lo que somos, lo que tenemos, lo frágiles o fuertes que somos, el arte, al fin y al cabo, nos retrata, con defectos y virtudes.

En 1504 La ópera del Duomo de la Catedral de Florencia encargó al joven pero célebre Miguel Ángel Buonarroti una obra que representase la grandeza de la República de Florencia frente a sus enemigos, los tiranos (familia Medici), las repúblicas rivales en la Italia del Renacimiento. El símbolo de su fortaleza cívica se materializó en David, el personaje bíblico que con su audacia y valentía acabó con el temido Goliat.







"Il Divino" escogió un desnudo, un atleta, un hombre joven, bello y en plenitud como soporte del héroe. Esta figura no ahorra detalle anatómico, no escatima representar la tensión de su fuerza física como virtud de la juventud, como virtud del hombre.







Pero Buonarroti, plantea este desnudo, este cuerpo perfecto como arquitectura de una virtud superior. El bello atleta piensa, no dispara. El bello atleta planea, no actúa. El bello atleta emplea la razón, no expone la pasión. Miguel Ángel escoge el momento previo al lanzamiento de la piedra que matará a Goliat, no el lanzamiento. Esto implica que el creador que es Miguel Ángel no admira la fuerza, la acción. Él eleva la virtud del hombre si esta parte de la razón. Esta es la virtud humana. Así, atenúa la fuerza y el frenesí de la acción como acto menor. De algún modo desprecia el hecho físico, admira el hecho mental.







El humanismo y el Renacimiento, como la cultura grecolatina ponen su acento en la razón, en la capacidad humana para planear, anticiparse o analizar, de lo que se deriva una visión de lo humano y concepto de belleza en el que la armonía y el equilibrio, la sobriedad y la proporción matemática (canon) son el mejor vehículo de representación de nuestra mayor virtud, la capacidad de razonar.

El arte avanza en zigzag, no es muy amigo de línea recta. Así, vemos, como la evolución y transformación de los modos de representación siguen la lógica del péndulo, y cuando un lenguaje se ha consolidado, llegarán artistas que lo destruyan, y cuando un paradigma se impone, llegará un artista que lo baje de su pedestal.

En 1624 bajo la protección y patrocinio del cardenal Scipione Borghese, Gian Lorenzo Bernini labró, esculpió a David. Gian Lorenzo se subió al péndulo justo en las antípodas de Miguel Ángel, y otra vez con un desnudo mostró al héroe bíblico.






Su anatomía, su fuerza y energía ahora son admiradas, elevadas sin tapujos a la esfera de la virtud. Crea una figura humana de tamaño real en la misma acción de lanzar la piedra que derribará al gigante. Elige justo el punto de máxima tensión que antecede al disparo. No hay razón, hay acción. No hay reflexión, hay frenesí, la pasión se muestra en su musculatura y en su gesto, en su postura (serpentinata quasi helicoidal), y en la energía, el esfuerzo concentrado en reunir el máximo de fuerza y puntería para abatir al temido Goliat.







El Barroco comparte el lenguaje naturalista, el dominio de la figura y del espacio con el Renacimiento. Pero pone el foco en aquello que nos describe tanto o más que nuestra inteligencia, la pasión. Lleva el péndulo a aspectos menos trascendentales. Se deleita en el detalle, en la sorpresa y en lo que tenemos, nosotros y nuestras obras, de histriones. Eleva a la categoría de virtud la acción, la pasión, la sangre que hierve quizás nos nubla el juicio.






¿Qué somos? ¿Qué nos describe mejor? ¿Qué prevalece en nuestra esencia? ¿Cuál de estas características nos describe mejor? ¿Cuál nos conduce de un modo más seguro a la belleza? ¿Qué es más bello?






Responded vosotros.


Miguel Ángel y Gian Lorenzo Bernini nos sitúan frente a un espejo, retratan lo humano desde puntos de vista alejados hasta el extremo, pero coinciden en crear una metáfora potente, que muestra todo lo que somos y somos capaces de hacer. Poseemos la inteligencia y la fuerza, ambas pueden ser bellas, ambas puedes ser útiles.


















3 comentarios:

  1. Siempre pensé que en el de Miguel Ángel se retrataba el momento justo después del tiro. No se me ocurrió pensar en las connotaciones tan diferentes que tiene el que sea antes o después. Si es antes, que extraordinaria confianza la que se ve en el rostro de David. Sabe que será capaz de matar a Goliat

    ResponderBorrar
  2. Muy interesante el blog. Enhorabuena!

    ResponderBorrar
  3. Siempre me ha interesado mucho la asociación del arte con el contexto del que causa y soporte a un tiempo. Muy de acuerdo con la idea de que el David de Michelangello es un símbolo muy claro del humanismo con su acento en el individuo y la razón. Siempre he pensado que aún no se han creado los símbolos (por lo menos ninguno tan potente) que superen el pensamiento humanista, que en mi opinión deberíamos demoler, y que hagan patente que la verdadera fuerza que se esconde tras los ojos de David está en el pueblo de Israel.

    ResponderBorrar