Etiquetas

sábado, 11 de abril de 2020

Destrucción. La construcción de un símbolo.


El 26 de abril de 1937 la población vizcaína de Guernica sufrió un bombardeo a manos de la aviación alemana e italiana, un mes después del que había sufrido la población de Durango.
En Guernica murieron directamente por el ataque 130 personas con un número incontable de heridos, en una villa de 5000 habitantes. En Durango 230 personas. Estos hechos se enmarcan en la Guerra Civil española, justo antes de la batalla que se libraría por doblegar Vizcaya que permanecía leal a la República, y que como otras poblaciones sufriría estos ataques contra población civil para hundir la moral de los resistentes. Hechos parecidos ocurrieron en Madrid, Barcelona, Alicante y otros.
El jefe principal de la operación, Wolfram Von Richthofen (nieto del Barón Rojo), reconocería después que se había portado “de una manera mal educada en estos hechos”. Aunque se discutió mucho la autoría, ya que ni Franco ni sus aliados, reconocieron su responsabilidad hasta que las pruebas no fueron abrumadoras (en todo caso solo reconocían una operación “quirúrgica” para destruir un puente de esta población, que impediría la retirada de milicianos y el abastecimiento en la defensa de Bilbao, el cual quedó ileso, como las fábricas de armas que había en la población)





La Legión Cóndor alemana recibió apoyo de algunos aviones italianos, y ambos, descargaron bombas de gran envergadura y de diversos tipos, incluidas incendiarias, que entre las cuatro de la tarde y las siete y media destruyeron, redujeron a cenizas, gran parte de esta población. Hasta treinta aparatos participaron y las bombas fueron sucedidas por ametrallamientos en vuelo rasante contra los que huían. Este tipo de bombardeo se denomina “de alfombra”, y, por supuesto, buscan el máximo de destrucción y de bajas civiles (fueron ensayos para los que se practicarían en distintos frentes de la II Guerra Mundial).
A principios de 1937 Pablo Picasso vivía en París, en un contexto de efervescencia artística donde se sentía y formaba parte de la vanguardia artística europea. Ya era un artista reconocido, aunque ni él hacia la República, ni la Repúplica hacia él, habían mostrado una relación de compromiso o reconocimiento respectivamente.
Una delegación del gobierno republicano le visitó en París y le solicitó su participación en el pabellón español para la exposición universal que se desarrollaría en la capital francesa en el verano de 1937. En este evento, compartió el magnífico pabellón diseñado por Josep Lluis Sert con artistas de la talla de Alberto Sánchez, Alexander Calder o Joan Miró entre otros. La República buscaba apoyo internacional a través del prestigio de artistas tan destacados.








Pablo pintó el Guernica entre mayo y junio de 1937. Tuvo que alquilar un espacio mayor al de su taller habitual para desarrollar su idea, idea de 3,5 metros de alto por 7,70 metros de ancho. Esta inmensa tela dispone sus figuras de un modo horizontal, en tres partes (recordando la estructura de un tríptico y formando conjuntos de figuras en triángulos). En este soporte se emplean el negro, el blanco y diversos grises, en ningún caso es una obra abstracta, los motivos son figurativos y reconocibles, pero no es una narración. No hay una relación entre figuras, elementos y espacio, cada motivo parece vivir su tragedia, ensimismados, en su propio mundo, en su propio espacio, en su propio tiempo, con su propio dolor.






Soldado, mujer con niño, caballo, toro, espada, bombilla, un “horror vacui “ paradójicamente vacío, inhumano, intemporal y desolador. Una explosión metafórica o no de motivos inconexos, una maraña dolorosa, una letanía trágica, una plegaria sorda.





La legión de especialistas que han analizado esta obra encuentran “sentido” una “lectura” a cada objeto, persona o animal, incluso una “interpretación coral”.
La creación de un símbolo no está sujeta a la literalidad. Un hombre, kilos y metros de pintura y tela, frente al vacío. Los símbolos recogen una inquietud humana más vieja que lo humano. El artista frente a la nada debe sentir la ceguera y la sordera que precede a la creación. No quiero alabar la ejecución del Guernica, el Guernica es una acto creativo casi involuntario, desligado de la razón, el artista es un médium entre los monstruos y miedos de lo desconocido y la realidad factual que lo rodea.






El Guernica es una explosión que describe y no describe el dolor. Que describe la tragedia sin mostrarla. Lo hace desde el sentir, el sentir de los sentidos, no el sentir que nos permite orientarnos o leer la realidad. Lo hace desde el impulso más primigenio de la expresión, pero lo hace desde el las antípodas de la razón.





La labor de un artista, lo que hace al artista, es su capacidad de acuñar una imagen, un diseño, crear lo no visto, lo que nadie ha visto, lo que no se puede ver. Dar forma a un idea, materializar un pensamiento, o como aquí, darle una forma, un peso y una dimensión a una sensación.
La mujer con niño muerto es un piedad desbordada por el dolor, el caballo es una víctima inocente, la paloma es una esperanza, el toro es una fuerza esencial y ciega, terrible/temible. El soldado es una materialización, una prueba del dolor ante lo irreparable y La luz, bombilla/candelabro, el foco que ilumina un teatro deshumanizado en tonos funestos. Es un foco que ilumina el caleidoscopio de muerte, incomprensión y aislamiento que es esta obra. Muchos elementos reconocibles, quizá legibles, pero no forman un corpus, no concilian ni su tiempo, ni su espacio, ni su dolor, que parece provenir de hechos diferentes, de momentos inconexos. No forman una historia coral para nuestra mente, forman un conjunto visual que nos golpea en lo más hondo y nos sitúa frente al dolor sin explicarlo, solo nos lo lanza, no para ser entendido, en todo caso para ser sentido.






Picasso reúne retales de sus figuras, de sus bocetos para otras obras. Hace acopio de su imaginario, reúne piezas del desguace que es su memoria creativa y visual y las funde en el mismo espacio, crea un collage que no es collage, ya que todo es pintura en la misma superficie, pero todo son imágenes de distintas épocas, proyectos y ensoñaciones. Con estos elementos crea un teatro súper expresivo en el que domestica fieras de su subconsciente, creando una visión profunda desde los miedos individuales y propios, para crear un símbolo colectivo, una imagen fuerte, poderosa y comprensible desde los sentidos, pero críptica para nuestra razón.
Nos sentimos hostigados por las gruesas y angulosas líneas negras que perfilan cada figura, amedrentados por el negro de un toro mortal, cegados por un blanco inoportuno, perdidos en un gris discontinuo, mudo, muerto. No nos da un respiro, no hay sosiego, no hay futuro, es una tragedia, no hay otra página en este libro que suponga un nuevo amanecer. Nos hundimos como se hunde cada figura, ninguna mano nos auxilia, ninguna esperanza, ningún héroe, ningún sobresalto nos despertará de la pesadilla.






Picasso halló mediante un vocabulario personal e intransferible una imagen, un icono que nos atrae, que nos ha subyugado a lo largo del tiempo, que nos ha acercado a una tragedia, prescindiendo de datos, etiquetas y pies de foto. Solo la fuerza de sus imágenes se bastan para levantar acta de lo que ocurrió, de lo que ocurre en actos de violencia salvajes en cualquier época y lugar, de manera que su obra no es la recreación del bombardeo en Guernica, es la síntesis de la barbarie aquí y allá, antes, ahora y después. Es una imagen intemporal, es una síntesis de la barbarie y el dolor universal.
El Guernica es un símbolo.




“No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones. Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo” (Pablo Picasso)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario