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lunes, 13 de abril de 2020

Acciòn y reflexión sobre el plano. Alegato.



La pintura abstracta parte de una premisa fundamental: la pintura sirve para lo que la pintura es, no para reproducir objetos o espacios de otra naturaleza, origen, sino para pintar lo que es esencia de la pintura. 

¿Qué es pintura?

La pintura es una mezcla de masa acuosa en diferentes grados o densidades que aplicada a un plano y aliada con la luz genera elementos cromáticos. Si no nos conformamos con esto es que nuestra mente demanda significado, y, la pintura, no debe cargar con esa responsabilidad. 






El significado, el contenido demandado tiene su origen en un tirano. El tirano es la mente. La mente exige información pautada, sustancial y cargada de elementos cuantificables, calificables, susceptibles de contener información útil. Información ordenada y práctica. 

La mente quiere percibir para entender. La mente quiere leer la realidad y ordenar a nuestros sentidos en función de dicha realidad. La mente tiraniza a nuestros sentidos, les somete a la condición de herramientas para nuestra supervivencia. La mente necesita imágenes comprensibles, por tanto la pintura, o cualquier otra manifestación artística, debe ser realidad.

La realidad figurativa fue siempre el paradigma artístico por los siglos de los siglos, sobre todo en aquellas épocas en las que el clasicismo y su mímesis dictaban el paradigma de belleza. Por tanto, si el camino a la belleza es la mímesis, solo la copia o interpretación de la naturaleza puede ser bella. La pintura, entonces, murió cuando nació la fotografía. 

¿Quién o qué puede conseguir la mímesis mejor que la cámara fotográfica?

El fluido cromático sobre un plano puede crear movimiento, agrupamientos, contrastes, similitudes. Puede crear orden o desorden. Puede transmitir movimiento o quietud. Puede llenar el plano o establecer grandes vacíos, puede inquietarnos o relajarnos según las gamas cromáticas empleadas. Puede anular el espacio o ampliarlo de manera infinita, puede diseñar formas irreconocibles, inesperadas, puede someternos o puede liberarnos.




La pintura es una experiencia sensorial, no es una experiencia racional. La información no es esencial, lo esencial es conmover nuestros sentidos, elevarnos o hundirnos, dañarnos o acunarnos. No es un lugar, es un viaje. No es una certeza, es una propuesta.



La pintura es color. Su cantidad, densidad, dirección, variedad, es lo único real, lo único tangible y exigible. La pintura es un lenguaje cuyo alfabeto está basado en principios de refracción de la luz y alquimia mineral o vegetal. La representación de algo en el plano convierte a este algo en significante, pero en la abstracción se quiebra la relación entre signo y significado. Una forma novedosa, aún no vista, no leída, no puede relacionarse con un significado, por tanto nuestra mente sufre, no puede traducir lo que ve, no encuentra cohesión entre significante y significado por lo que buscará lo comprensible, y nos convertirá en esclavos de la realidad visible, por tanto ciegos ante la realidad invisible, no aptos para disfrutar de la poesía.





¿Hay relación entre el significante y el significado en la música?

Todos entendemos claramente qué significa emplear la clave de sol? La escala menor armónica? Que es la síncopa? Qué es el compás ternario?

La música emplea esas herramientas y nos conmueve, nos atrae, nos alegra o entristece, pero sin necesidad de que entendamos sus códigos. Simplemente nos dejamos llevar por sensaciones que no son racionalizadas ni codificadas, somos presa de una experiencia estética, sensorial, no encadenada a la razón. 

Si en la música aceptamos y disfrutamos la lejanía entre significante (tono menor, por ejemplo) y significado (sensación de melancolía o tristeza) ¿porque no podemos hacerlo en la pintura?






La pintura abstracta busca relaciones o contrastes, inquietud o relax, caos o armonía, dinamismo o estatismo, pero, lo que no busca, es describir, informar o reflejar lo ya visto o conocido. Por tanto juzgarla desde el criterio de a qué se parece o qué es, es absurdo. Es vernos sometidos y cegados por el arte de lo comprensible, de lo razonable. Así, no podremos disfrutar la belleza sublime que transmiten los fenómenos que no podemos explicar.







¿Podemos explicar todos los elementos implícitos en una erupción volcánica?
¿Es bella una erupción volcánica?

¿Quién dijo que la belleza para ser, debe ser comprensible? Razonable?

La belleza puede ser el leve contacto entre un rojo y un azul. La belleza puede estar en las líneas que huyen en diagonal hacia el infinito tridimensional de un plano. La belleza puede ser la ausencia, tachonada de leves gotas amarillas sobre un blanco purísimo. La belleza puede anidar en un caleidoscopio de color que solo ordena el caos o desordena el equilibrio. La belleza puede vivir en el contraste doloroso del verde con el amarillo. La belleza puede esconderse en una composición frenética de azules o en el silencio dorado de ocres crepusculares. La belleza puede ocultarse tras el blanco y su gradación blanquísima. La belleza puede ser la elegancia que supone el matrimonio blanco y negro. La belleza es geométrica o dislocada como el paisaje cárstico en descomposición. 






La belleza es armonía en un sueño de Mondrian.





La belleza es silencio en una catedral de Rothko.




La belleza es terremoto en una borrachera de Pollock.





La belleza es el color del mundo ante nuestros ojos, ante una mirada pura, prístina.

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